Aspirina 0,100 Mg.

El ácido acetilsalicílico (AAS) o aspirina se comenzó a comercializar en 1899 y hoy es una de las drogas más utilizadas como analgésico y antipirético sin prescripción o de venta libre. Sin embargo, no fue hasta finales de los años ‘60 cuando se descubrió su acción inhibitoria plaquetaria.

La Organización Mundial de la salud, en su clasificación Anátomo Química Terapéutica (ATC, por sus siglas en inglés), la incluye en el grupo B01AC de los antiagregantes plaquetarios y le otorga un ATC B01AC06. Su mecanismo de acción es la inhibición irreversible de la actividad de la ciclooxigenasa por acetilación del grupo hidroxilo-serina de dicha enzima, impidiendo que el ácido araquidónico se transforme y se reduzca  la producción de tromboxano A2.

La extensa publicidad de la aspirina anunciando su valor en la prevención de los infartos, ha logrado éxito en las ventas, ya que la dispensa en unidades tanto en las presentaciones sin prescripción, como de venta bajo receta, alcanzó a casi 9.000.000 de unidades en los últimos 12 meses. (Gráfico Nº1)

Gráfico Nº1.Fuente IMS. Producción propia

Del total de unidades de aspirina 0.100 dispensadas, el producto de venta libre representa el 58%, mientras que el de venta bajo receta el 42% (IMS información sobre los 100 productos  más vendidos).

El acceso a la aspirina de venta libre no solo a través de las farmacias, sino también en lugares no legalmente habilitados para su venta es otro factor, que unido a la publicidad facilita e incentiva su consumo.

En el mes de mayo del corriente año, la ANMAT comunicó a la población en general que la aspirina se encuentra autorizada para su uso en individuos con factores de riesgo como diabetes, hipertensión arterial, obesidad y tabaquismo, entre otros, para la prevención primaria de un primer infarto, no existiendo suficientes evidencia para recomendar su uso sistemático en sujetos que no tengan los mencionados factores de riesgo.

Si tomamos a la población de nuestro país comprendida en el grupo etario de 30 años y más (19.922.054 personas según Censo 2010), y la relacionamos con la cantidad de envases dispensados en el año (alrededor de 9.000.000), se estarían consumiendo 0,45 envases por habitante por año. Este resultado pone de manifiesto su uso irracional.

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